Xabier Cabezón

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Las ferrerías


¿Qué eran las ferrerías?

Una ferrería era una instalación industrial (desde un simple horno y unas tejavanas hasta complejos edificios de piedra, canalizaciones de agua, etc.) en la que se obtenía hierro metálico a partir de mineral de hierro por el método de reducción directa en hornos bajos. En Euskal Herria las ferrerías funcionaron hasta la llegada de la segunda revolución industrial, a mediados del siglo XIX. La operación de obtención de hierro solía llamarse beneficiar el hierro, labrar o fundir (a pesar de que el hierro no llegaba a fundirse).

El hierro también se manipulaba en mayor o menor medida para elaborar productos intermedios o finales, bien en las instalaciones de la propia ferrería, bien en otros establecimientos separados o más alejados.

La utilización del hierro constituyó un hito de gran importancia para la humanidad. Por su dureza y tenacidad y por su abundancia en la naturaleza superaba con creces al bronce, usado anteriormente.

En nuestro planeta el hierro casi siempre se encuentra combinado con otros elementos químicos, formando minerales de hierro (salvo el de los meteoritos, que se encuentra en estado puro).

En Euskal Herria la vena, mena o mineral de hierro se encuentra principalmente en forma de carbonatos (siderita) en la parte interior de los yacimientos subterráneos, y óxidos (hematites) e hidróxidos (goethita, limonita) en la superficie o capas poco profundas. El compuesto químico de hierro va siempre acompañado de otros elementos (sílice, arcilla, caliza, etc.) que no pueden aprovecharse, a los que se llama ganga.

En la documentación antigua a estos establecimientos se les llamaba ferrerías o herrerías indistintamente. Nosotros preferimos utilizar únicamente el término “ferrería”.

También solían llamarse ferrerías otras fábricas, las conocidas como ferrerías menores o martinetes, en las que se trabajaba directamente con el hierro obtenido en otra ferrería.

Rueda de una ferrería.
Rueda de la ferrería de Mirandaola. Foto: Judith Martínez (2015)


Tipos de ferrerías

Teniendo en cuenta la utilización de la energía hidráulica para ayudar en la ventilación y en el mazo (ver Proceso de obtención del hierro), tradicionalmente se han considerado dos tipos principales de ferrerías:

Haizeolak o ferrerías de monte: no utilizaban la fuerza del agua ni para producir una corriente de aire ni para mover el mazo. La ventilación se conseguía de forma natural (tiro de la chimenea, vientos dominantes) o con elementos movidos a mano (fuelles), y los mazos eran manejados por el hombre. Son las ferrerías prehidráulicas.

Ferrerías hidráulicas: utilizaban la fuerza del agua para producir ventilación forzada y mover los mazos.

En las primeras ferrerías hidráulicas la fuerza del agua se utilizaba sólo para mover el martillo (ferrerías hidráulicas de primera generación).


Evolución de las ferrerías

* Las ferrerías de la primera época (desde la prehistoria hasta  la utilización de la fuerza del agua) eran las haizeolak o ferrerías de monte. En ellas se utilizaba la fuerza humana para mover los martillos de las fraguas y para conseguir aire a presión (en los hornos que lo necesitaban). El tamaño del horno era reducido, y su rendimiento bajo.

Esta época se caracteriza por la ausencia de documentación sobre la obtención y procesado del hierro, y por la escasez de vestigios de los establecimientos en los que se hacían dichas tareas.

Los primeros rastros de haizeolak que conocemos en Gipuzkoa datan del siglo III a. C., en la 2ª Edad del Hierro.

Oizin - escoria Zepadi de Oizin - escoria
Escoria del zepadi de una haizeola, Oizin. Fotos: Xabier Cabezón (2018)

* A finales del siglo XIII se dio un gran salto tecnológico: ya se estaban introduciendo las ferrerías hidráulicas. Según parece la fuerza de un salto de agua se aplicaba al principio sólo para mover el mazo de la ferrería. Nos referimos a estas ferrerías como ferrerías hidráulicas de primera generación. Durante algún tiempo coexistieron las ferrerías hidráulicas con las de monte o haizeolak (había varias en funcionamiento en Segura en 1335).

* A finales del siglo XIV ya se había consolidado el uso de fuelles hidráulicos, lo que supuso el final de las ferrerías hidráulicas de primera generación (en el Leitzaran ya funcionaban los barquines movidos por agua antes de 1415).

* Hacia mediados del siglo XVI se introdujo una novedad técnica, el martinete, otro hogar con su alimentación de aire y su mazo, más pequeño que el de la propia ferrería.

Esto produjo una división del trabajo. En la ferrería mayor, la que había existido hasta entonces, se obtenía (labraba o fundía) el hierro, en forma de tochos. Y en el martinete (ferrería menor o tiradera) se estiraba (tiraba, adelgazaba o achicaba) el tocho para obtener barras largas más delgadas y trabajar con ellas. En los martinetes también podían producirse productos más elaborados, como clavazón.

Para obtener más velocidad de giro la rueda del martinete solía ser de mayor tamaño que la del mazo principal, y el número de levas de su eje era de seis en vez de cuatro. Así se producía una cadencia de golpes superior a la del mazo. Con respecto al aire el martinete solía usar una haizearka en vez de fuelles, con lo que se evitaba una cuarta rueda.

El martinete podía estar en un edificio diferente al de la ferrería mayor (en cuyo caso se compartía el canal), o en el mismo edificio, con la rueda del martinete en las mismas anteparas. En ese caso era necesario rehacer la ferrería para aumentar su tamaño.

* En la segunda mitad del siglo XVI se adoptó otra innovación: la de “poner las ferrerías a la genovesa”. Se implantó un sistema hidráulico más eficiente, aunque no tenemos ningún dato sobre él.

* Por lo tanto, durante el siglo XVII había ferrerías mayores, que labraban el hierro, y ferrerías menores o martinetes, que lo achicaban. Según Villarreal de Bérriz las mayores obtenían agoas de 12 a 16 arrobas de peso (de 135 a 180 kg). Estas agoas se dividían en cuatro tochos que se estiraban en las menores para obtener barras largas. También se hacían procesados posteriores más o menos complejos, como fabricar clavazón.

* A finales del siglo XVII se introdujo un nuevo modelo de ferrería, la zeharrola. Fundía coladas más grandes, de 20 arrobas (225 kg), y en la misma ferrería se labraba el hierro y se adelgazaba. Las zekarrolak eran ferrerías integrales, que perseguían reducir gastos por varias vías: reducción del número de operarios, menor consumo de carbón y disminución de costos mediante coladas más grandes. Sin embargo el hierro resultaba de calidad inferior al obtenido tradicionalmente, por lo que no tuvieron mucho éxito.

Se implantaron sobre todo en Bizkaia, y también hubo varias en Gipuzkoa. En el Leitzaran, en 1710 la ferrería de Amasaola producía “hierro de cearrola”.

* En el primer tercio del XVIII se fue abandonando la técnica de las zeharrolak, y éstas se redujeron a ferrerías menores o tiraderas. Seguían siendo integrales (fundían y tiraban), pero de menor tamaño, con coladas de unas 5 arrobas (cerca de 60 kg). De esta forma se recuperó la calidad del hierro.

Larramendi (1756) hablaba de zeharrolak identificándolas con las ferrerías mayores, y de tiraderas, asociándolas con los martinetes. Carrión (1999) concluye que Larramendi forzó la clasificación de las ferrerías guipuzcoanas (mayores y menores) para adaptarla a la de Berriz (que fue quien describió las zeharrolak y su posterior transformación a tiraderas), pero que dicha clasificación no coincidía con la realidad.

Vista de las anteparas de Olloki y de Karponea
Restos de la ferrería de Ollokiegi. Al fondo, el caserío Karponea.
Foto: Ignacio Carrión.

* Hasta su final en el siglo XIX las ferrerías se mantuvieron en este estado, bien ferrerías integrales pequeñas (las que se transformaron desde zeharrolak y otras que lo hicieron posteriormente), o como ferrerías mayores (con uno o más martinetes).


REFERENCIAS

(Ver Bibliografía)

Aragón Ruano, A. (2011). “Atraso e innovación tecnológicos en la siderurgia guipuzcoana durante el antiguo régimen”. En: Studia Historica: Historia Moderna 33. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 235-259. pp. 237-239 y 244-245.

Aragón Ruano, A. (2012). “Las ferrerías guipuzcoanas ante la crisis del siglo XVII”. En: Cuadernos de historia moderna 37, 73-102.
http://dx.doi.org/10.5209/rev_CHMO.2012.v37.39229. pp. 78 y 80-81.

Arbide, I. et al. (1980). Ferrerías en Legazpi. San Sebastián: Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa. pp. 63-65 y 210-215.

Bilbao Bilbao, L. M. (1987) “Introducción y aplicaciones de la energía hidráulica en la siderurgia vasca, siglos XIII-XVII”. En: Studia Historica: Historia Moderna  5. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 61-75. pp. 64-74.
Disponible en: http://revistas.usal.es/index.php/Studia_Historica/article/view/4592

Carrión Arregui, I. (1991). La siderurgia Guipuzcoana en el siglo XVIII. Bilbao: UPV/EHU-Kutxa. pp. 117-121.

Díez de Salazar Fernández, L. M. (1983). Ferrerías en Guipúzcoa (Siglos XIV-XVI). San Sebastián: Haranburu editor. Vol. 1, p. 94.

Urteaga Artigas, M. (1989). “Ferrerías en Gipuzkoa. El río como fuente de aprovechamiento energético”. En: Ibaiak eta Haranak. El agua, el río y los espacios agrícola, industrial y urbano. San Sebastián: Etor, 121 a 144.

Villareal de Bérriz, P. B. (1973). Maquinas hidráulicas de molinos y herrerías y govierno de los arboles y montes de Vizcaya (2ª ed.). San Sebastián: Sociedad Guipuzcoana de Ediciones y Publicaciones de la RSVAP y Caja de Ahorros Municipal de San Sebastián. pp. 47-49.


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Ultima actualización: 21/05/2022


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