La siguiente entrevista fue realizada por Patricia Gállego a Joxe Mari Oiartzabal, y publicada por “El Diario Vasco” el 6 de febrero de 2005.
Hay quienes se dedican a componer, y otros, como el músico José María Oyarzabal, se encargan de realizar los arreglos para que melodías como las de Raimundo Sarriegui puedan ser interpretadas por las bandas de música, también estos días de Carnaval
PATRICIA GÁLLEGO
José María Oyarzabal, rodeado de sus 'instrumentos' de trabajo, ha
contribuido a que la música de Sarriegui suene mejor. [José Mari López]
SAN SEBASTIÁN. DV. Mientras buena parte de los donostiarras y foráneos se dejan seducir con la música de la tamborrada, caldereros y carnavales, muchos desconocen que para que las piezas del maestro y compositor Raimundo Sarriegui puedan ser interpretadas por los distintos grupos o bandas musicales, han tenido que ser arregladas e instrumentadas. Un trabajo que viene realizando desde finales de la década de los años 80 el catedrático de trompeta del Conservatorio de San Sebastián, José María Oyarzabal.
La necesidad de armonizar las composiciones de Sarriegui fue fraguándose en él desde que era muy joven. «Veía que las bandas musicales a la hora de interpretar las canciones de la tamborrada cada una las tocaba con tonalidades muy diferentes y con muy poca calidad», apunta Oyarzabal. Algo justificable teniendo en cuenta que el maestro Raimundo Sarriegui escribió las partituras de estas melodías para piano. Los grupos musicales de antaño únicamente tenían como base esa primigenia partitura. Por tanto, cada músico tenía que adaptar las notas de esos pentagramas a su instrumento «como podía». Así lo recuerda este andoaindarra, quien señala que «algunos tocaban de oído».
No fue hasta que el Conservatorio Superior de Música de San Sebastián se planteó -en 1987- el menester de hacer una grabación con los temas Sarriegui más populares de la tamborrada y caldereros, cuando Oyarzabal, como director por aquel entonces de la Banda Sinfónica del Conservatorio, se puso a trabajar a lo largo de seis meses en los arreglos y en la instrumentación de sus melodías. En total fueron trece las piezas que se grabaron.
Su curriculum como armonizador de la música de las fiestas de Donostia suma hoy en día cerca de cincuenta títulos. Además de las composiciones de Sarriegui, también hay obras de otros maestros donostiarras como Santesteban o Sorozábal. Todo un trabajo de más casi veinte años que se encuentra recogido en tres grabaciones: Donostiako Ihauteriak, Sociedad Euskal Billera 1901-2001 y Dira Dira Ihauteriko Konpartsak.
Giro radical
«Tú eras muy joven entonces, pero el cambio que se produjo en la tamborrada cuando las bandas comenzaron a interpretar las composiciones de Sarriegui con esas partituras arregladas e instrumentadas fue brutal», asegura Oyarzabal. Hasta tal punto, que la tamborrada que no tenía la partitura «el resto le echaban la bronca para que se hiciese con ella», reconoce.
Respetando siempre lo que Sarriegui u otros músicos querían transmitir con sus obras, Oyarzabal ha ido armonizando esta música teniendo siempre presente que sonase con la misma calidad en una banda completa como en una agrupación pequeña, « y de igual modo en un recinto cerrado como en uno abierto». Para ello, es fundamental que los instrumentos se sientan cómodos para que el conjunto sea «bello para el oído», indica con conocimiento de causa.
Con la melodía sonando en su cabeza mucho antes de enfrentarse al pentagrama en blanco, asevera que una vez acabada, «nunca he cambiado ni una sola nota ni me arrepiento de nada de lo que haya escrito».
En este viaje no ha estado solo. Juan Antonio Antero, director musical y organizador de la Comparsa de Caldereros de Gros, ha estado junto a él. «Es mi brazo derecho. La persona que me va indicando que piezas podemos recuperar para armonizarlas. Además, se ha encargado de pasar a ordenador todos los arreglos que tengo escritos a mano».
Con mucho corazón
Han sido muchas horas de dedicación, pero confiesa que «ha merecido la pena». Sus armonizaciones de las piezas de la tamborrada se han interpretado no sólo en Gipuzkoa, sino también en Vizcaya, Álaba, La Rioja, e incluso Italia y América. Y es que la música de Sarriegui se está extendiendo cada vez más. Reconoce que lo mismo está ocurriendo con la música de los caldereros y carnavales.
No hay más que mirarle a los ojos para ver que le llena de orgullo. Aunque reconoce que es muy poco o nada reconocido este tipo de trabajo, «pero lo hago con mucho corazón».
Y es que la calidad humana de Oyarzabal traspasa todas las fronteras. Desde que realizó los primeros arreglos para la tamborrada han sido muchas las bandas de música que le han solicitado su trabajo. Uno a uno, de manera altruista, les ha hecho llegar las partituras de las piezas que necesitaban. «No llevo la cuenta, pero te aseguro que fotocopias ya he hecho un porrón. La verdad es que me han vuelto loco», revela con cierto gesto de resignación. De ahí que ronde en su cabeza la idea de donar al Ayuntamiento de San Sebastián todos los arreglos que ha realizado de la música festiva donostiarra. «Me gustaría que todas las partituras que tengo, no sólo las que están en esta carpeta -sacando una a modo de ejemplo llena de partituras-, sino todas las que tengo guardadas en un armario de mi domicilio las editase», confiesa Oyarzabal.
Otro de sus deseos es que las sociedades de la ciudad tuvieran todo ese material en sus centros sociales. De momento, toda esa documentación tendrá que seguir aguardando entre los estantes de su casa.
Pasión por la música
Si algo transmiten las palabras de José María Oyarzabal es su devoción por la música. El influjo de su padre también músico fue determinante para que él siguiera los mismos pasos que su progenitor. Pero tuvieron que pasar muchos años para poder dedicarse a ella en cuerpo y alma. A los 14 años entró a trabajar en una empresa donde fue aprendiendo delineación, a la vez que estudiaba solfeo y canto. Fue a los 30 años «cuando pedí una excedencia de cinco años y me dediqué completamente a la música, a estudiar armonía, composición y dirección de orquesta». Reconoce que los pentagramas y los acordes forman parte de su persona. Continuar la labor que comenzó hace veinte años es su principal objetivo. «Todavía quedan muchas composiciones de Sarriegui para ser armonizadas. Sólo espero seguir teniendo la misma energía y acabar con todo su repertorio». Lo cierto es que fuerza no le falta. Como él sinceramente reconoce, el propio Raimundo Sarriegui, cada vez que se acerca la tamborrada, los caldereros o carnavales, es quien le alienta diciéndole «bien José Mari, bien. Sigue adelante trabajando».
BIOGRAFíA
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